jueves, 11 de marzo de 2010

Mundo de Wayne.


No es dudar, ni tampoco inseguridad, no es sufrir, ni querer, ni sentir, ni ganas de llorar, ni de reír, y mucho menos de cantar.
Básicamente un conjunto de notas desorganizadas, aisladas del pentagrama, sin ritmo, ni clave que las guíe, no existe una armonía en ellas, ¿para qué? Cada una quiere seguir su propio ritmo, y elegir que clave seguir.
No les gusta que las coloquen ni en la primera, ni el la quinta línea, son capaces de elegir y de valorar sus actos.
No les gusta ser cantadas, ni tocadas por ninguna persona, quieren ser libres en su totalidad y no acompañar, ni ser protagonistas.
Algún día fueron elegidas y tocadas, pero nunca sentidas. Como elementos inertes que se introducen dentro de una caja.
¿Nadie se da cuenta que son mucho más que todo eso? Sintonías de nuestras propias vidas, acompañantes de historias, de dolores, de sonrisas, de bailes y de acontecimientos verdaderamente importantes.
Es absurdo querer colocarlas y sentirlas, cuando no somos capaces de hacerlo con nuestras vidas, tan deprisa, tan pausadas, eufóricas, desordenadas e incomprensibles.
Llenas de vida, vida que nos falta, y que queremos rellenar a base de historias.

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